jueves, 28 de abril de 2011

Algo nuevo en mi vida


Yazmín Leguizamo Bahena
Desde la bella morena, novia del sol: Arcelia, Guerrero
Esta tarde cuando llegué a mi casa, pregunté a mamá si recordaba cómo aprendí a leer y escribir. Ella sonrió y enseguida me dijo que cuando iba en primer año de primaria, la maestra ponía a los alumnos las imágenes y dibujos de la letra que íbamos a ver, junto con las sílabas que formaba. También mencionó que  no se me dificultó aprender, que pronto lo hice.
     Recuerdo que en mis días de estudiante, hasta el bachillerato, únicamente utilicé la escritura para transcribir, resolver cuestionarios, elaborar resúmenes, anotar la tarea o tomar apuntes en la clase.
     Cuando ingresé a la ENRETIC (Escuela Normal Regional de Tierra Caliente), me dio mucho trabajo redactar mi primer texto, además, las faltas de ortografía abundaban en cada párrafo –resaltadas en un círculo rojo–, después de la revisión. Recuerdo que cuando el escrito volvió a mis manos me sentí abatida, sin embargo, he mejorado paulatinamente. Hoy reviso con mayor cuidado lo que escribo para no revivir aquella situación. Durante los cuatro años de la carrera, redactaba textos a partir de las observaciones y prácticas docentes realizadas en diferentes escuelas primarias. Ello me condujo a escribir mucho y a perfeccionar mi escritura cada día. No obstante, cuando culminé mis estudios, mi formación como escritora se interrumpió.
     Ahora, en el transcurso de mis estudios de Maestría en el Centro de Actualización del Magisterio de Iguala, me encuentro nuevamente con la redacción de textos. ¿Que si me gusta escribir? Sinceramente apenas comienza a llamar mi atención. Plasmar mis ideas y pensamientos es algo agradable, aunque no lo hago a menudo. Espero que lo que digo no suene como pretexto, pero no he tenido o no me he dado el tiempo para escribir. Posiblemente se deba a mi falta de costumbre, o quizá, no tenga tantos deseos de hacerlo. Cuando escribo, es porque tengo tarea o para preparar mi clase de la semana. En ocasiones mis textos son narrativos, a veces descriptivos, o simplemente los elaboro para organizar actividades y programas cívicos. En suma, casi siempre escribo por compromiso.
     Cuando sé que tengo que escribir, me detengo un momento a pensar sobre qué voy a hacerlo. Me cuesta trabajo decidir cómo empezar y experimento angustia en el momento que plasmo las palabras sin saber si estoy escribiendo lo correcto o estoy divagando entre un sinfín de ideas que rondan mi mente. Sentada confortablemente en mi silla preferida, al escribir mis textos me acompañan emociones y sentimientos. En esos instantes, trato de anticipar si crearé algo satisfactorio o desastroso. Cuando concluyo, leo cada párrafo para verificar la coherencia en lo escrito. También, reviso la ortografía, y entonces, me doy cuenta que cometo algunos errores, eso quiere decir que todavía falta que cuide más mi redacción, para comunicar lo que deseo. La mayoría de las veces, cuando escribo utilizo la computadora. Algunas ocasiones, también me ha sido de utilidad una libreta, ¡el diario de clases!, que he comenzado a elaborar este ciclo escolar, pero para mí es más fácil si lo hago en la computadora. Este medio tecnológico me facilita la redacción porque puedo borrar palabras e incluso párrafos completos, sin que se deteriore el texto. En mi computadora, también puedo guardar lo realizado y modificarlo cuanto sea preciso, sin ocupar borrador, corrector u otro material que oculte las equivocaciones que haya tenido.
     Algunos compañeros y maestros que han revisado mis textos me han comentado que falta en ellos mayor claridad, me señalan que tengo la idea sobre lo que quiero escribir pero que necesito “soltar la mano” para plasmar lo que en verdad pienso y siento. Esto quizá me sucede por falta de práctica y por temor a equivocarme.
     He mejorado como escritora, no digo que soy una experta pero reconozco un avance en mí, porque he trabajado en ello y seguiré por este camino. Quiero que lo que escriba sea leído por otras personas, que mis palabras comuniquen pensamientos, sentimientos, experiencias y opiniones. Deseo que mis textos, ofrezcan a mis lectores algo en verdad significativo.

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