domingo, 24 de abril de 2011

La vejez que quiero


Rocío Hernández Maldonado
No conocí a Camerina Ayala mi abuela paterna; ya dije que la mataron embarazada en la Guerra Cristera y que dejó un huérfano de dos años, mi padre.
     Simona Pérez, madre de mi madre, mujer de gran fortaleza, de baja estatura, que calzaba zapatos de niña, que usaba ojos grises e intensos, falleció a los 85, después de permanecer a consecuencia de un accidente,  postrada varios años, asistida en todas sus necesidades. Ya dije también, que yo era casi una niña cuando la amortajé.
     Mi madre se negó rotundamente a pisar el Siglo XXI y vivió los últimos tres de sus 81 años, ciega y demente, sin saber mi nombre, ni en qué día vivía, ni qué espacio habitaba; sin reconocerse.
     Tengo sangre de longevos, pero no quiero verme en esos espejos. Yo quiero que el tiempo me trate con respeto; para eso, debo venerar mi cuerpo y mi vida. No es suficiente que eleve plegarias pidiendo que mi quimera no me abandone; que mis ojos tengan luz; que mis palabras salgan temprano; que mis pensamientos conserven lucidez y de vez en cuando locura; que la búsqueda permanezca en mi mente.
     Porque me tengo respeto, dejé las carnes rojas y como pollo y pescado, la avena y las verduras las devoro crudas, incluyo semillas como si fuera un canario, cinco veces al día he de comer fruta y debo de beber agua; me baño con agua fría. Camino de forma cotidiana; estiro mis músculos con yoga tres veces a la semana y con sexo cada vez que se puede. Leo de lunes a domingo, escribo a la hora que la inspiración me llega; los sábados les saco a las letras sus gestos caligrafiados. Riego mis plantas y abono mis amistades. Periódicamente voy al dentista; y veo al oftalmólogo cada seis meses, para que el cáncer no me sorprenda.
     Hago todo eso porque quiero soñar mucho, volar alto, hacer el amor, recordar el nombre de todos mis familiares y amigos, embriagarme con una mirada, no perder la cuenta de las lágrimas que he derramado; quiero morder manzanas, navegar en lo que se use en el futuro si la web pasara de moda.
     Quiero ver, si de cerca con cristales, a la distancia mil y un proyectos. Quiero oír, lo que las olas grabaron en los caracoles del mar y a mi voz tararear canciones mientras manejo  mi coche. Quiero oler las flores de mis macetas, la piel de quien me acompañe, el vino de todas mis tardes.  Quiero saborear los frutos del mar y de la tierra, con todos sus colores; guardar en mi paladar el sabor de cada beso, de cada buena noticia y el amargor que me duele. Quiero sentir  el frío para cobijarme sola, el calor para hacerme una limonada y quiero responder a lo que las caricias provocan.
     Quiero que quien me amó, evoque mi nombre el día del Juicio Final; quiero ser un poema,  en el que se diga  que la muerte, me llegó de pronto.

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