lunes, 25 de abril de 2011

Y… ¿Qué sucederá si no lo paso?


Samantha Agüero Luna
Es tres de julio de 2010, la situación es tan desesperante que no puedo estar tranquila, y es que, ¡cómo voy  a estarlo!, ya pasaron varias horas, no sé de ti, creo que debí haberte acompañado a la Ciudad de México, para no estar aquí con esta duda.
     –Sentí algo fácil el examen, en comparación con el del CAM (Centro de Actualización del Magisterio), estuve más calmada, sin prisas para contestar, incluso más concentrada. Además, de que no sólo venían preguntas de español y matemáticas; había de informática, algunas de historia, arte, inglés y cultura general, de las cuales, tengo la seguridad de haber contestado correctamente  –me decía, tronándome los dedos. Entre mis cavilaciones, no dejé pasar ni un segundo, ya era más de media tarde, por lo que imaginaba que él tenía por fin la respuesta tan esperada, que sería crucial para mi futuro, donde Iguala pasaría a formar parte de mi pasado, a pesar de que en ese lugar quedaban recuerdos gratos y no tanto, de experiencias y aventuras con amigos. Sin resistirlo más, le llamé por teléfono:
     – ¿Qué ocurrió? ¿Pasé o no pasé? –Le pregunté, cambiando de una interrogante a otra de manera fugaz.
     –Mañana te digo –tuve como toda respuesta, y añadió: –…porque hay boleto hasta las ocho de la noche. Me iré derecho a mi casa, pero, ¡no te preocupes! –Con voz pasiva, Rubén trataba de tranquilizarme a pesar de la distancia.
     – ¿Bueno?, ¡bueno! –Exclamé, ya para entonces algo exaltada, sin embargo, ¡me colgó!, finalizando así la llamada, que había esperado tanto.
     Disgustada debido a no obtener la información ansiada, me dirigí a mamá tan sólo para increparle:  – ¿Ves cómo es tu hijo?
     –Ya, déjalo que llegue a casa, –ella me respondió para tranquilizarme, y agregó: –han de ser buenas noticias.
     Por fin, cansada de esperar toda la mañana del día siguiente, llegó mi hermano, como siempre, dándole vueltas al asunto y entre palabra y palabra, terminó por decirme lo solicitado:
     –Espérate otro año, no quedaste, toma  tu ficha.
     En ese momento, la frustración y tristeza se apoderaron de mí, ¡no lo podía creer!, puse todo mi empeño en cumplir con los requisitos de esa institución, como estar puntualmente aunque tuviera que viajar de madrugada; aún más, ¡el gasto que representaba todo esto! Después, me acordé de lo que más importaba en ese momento: ¡todo mi futuro se decidiría con el resultado del examen del CAM! Entonces, ya totalmente angustiada, expresé mi sentir: – ¡No puede ser! ¡Siento que tampoco voy a quedar! ¿Cuál será mi porvenir sin opción de otra escuela? ¡No quiero dejar de estudiar! ¿Qué le diré a mi familia? –La inseguridad me dominaba por completo, ¡no sabía lo que iba a pasar conmigo!
     Llegado el día en que se darían a conocer los resultados tan esperados fui a la escuela, a pesar de la lluvia que cayó ese día, sólo quería saber si me salvaba o no…
     Mamá y yo, entramos algo mojadas a las oficinas donde había varias secretarias, rápidamente pregunté por los resultados del nuevo ingreso a la Licenciatura en Español.
     –Están allí, pegados en la puerta –me dijeron.
     –Okey –me limité a responder.
     Volteé, llegué a ellos, pensando en que tal vez fuera de las últimas me busqué en la mitad de la lista, me busqué arriba, abajo, hasta que me fijé bien en el nombre que estaba subrayado con marcatextos verde y… ¡allí estaba!, fui la última, pero, ¡lo había pasado! Me emocioné mucho, mi mamá me felicitó, y literalmente, sentí que el  alma regresaba a mi cuerpo.
     Hasta hoy, no tengo ninguna queja hacia el destino, que me llevó a quedarme en esta escuela. Los profesores me caen muy bien, mis compañeros y el ambiente me agradan mucho. De aquella ocasión en que sentí que mi mundo se derrumbaba ante la imposibilidad de continuar con mis estudios, no queda sino una anécdota que me hace reír cada vez que la recuerdo, y que poco a poco, se  va borrando, noche a noche, con el cansancio que me hace dormir profundamente después de estudiar para la siguiente, de cada una de las clases en mi nueva escuela…

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