jueves, 28 de abril de 2011

Un día más


Christian Martínez González
Desde el primer momento en que te vi, sin cruzar una palabra, tan sólo al perderme en tu mirada, supe que serías alguien muy especial para mí, y con el tiempo me di cuenta que así fue.
     De inmediato te instalaste en ese espacio vacío que había en mi mente y en mi corazón. Ese espacio que había creído sin vida ahora renacía junto con el deseo de compartir esa parte de mí, y qué mejor que hacerlo con la persona que trajo nuevamente la ilusión de este sentimiento tan hermoso llamado amor. Esa persona eres tú.
     Los días pasaban y no dejaba de pensar en ti ni un instante. Día y noche, en cualquier momento y lugar estabas en mi mente. No había manera de olvidarme de ti, tu recuerdo estaba aferrado a mis pensamientos y sin darme cuenta, ya eras la dueña de mi corazón, y no porque te lo hubiera entregado, sino porque lo robaste desde que te conocí. Ahora ya no era posible que todo fuera como antes. Me enamoré.
     Transcurrieron casi dos meses desde que te vi por primera vez. Este sentimiento crecía incontrolablemente, y yo, aguardaba con ansia que tuviésemos una charla para comenzar a conocernos. Finalmente ese día llegó.
     Me miraste y te miré. Dijiste: ¡hola! A ello, respondí con la misma expresión. El tiempo se detuvo y pasamos horas hablando de nosotros dos, sin embargo, para mí fueron como simples minutos de los que disfrutaba cada segundo al estar a tu lado.
     No obstante, llegó el momento de la despedida. En mí, quedaba el deseo de estar por siempre contigo. Mi más grande anhelo era permanecer juntos y nunca dejar de mirar tus lindos ojos, que sin decir una palabra lo expresaban todo.
     Te pedí que intentáramos conocernos un poco más, te dije que deseaba brindarte lo mejor de mí y que me gustaría que nos frecuentáramos. Al pasar los días surgió la confianza entre ambos, nos entendíamos a la perfección. Entonces fue cuando me dijiste que para ti era un buen amigo, pero sinceramente, yo quería que fuéramos algo más.
     A solamente una semana de comenzar esta bonita amistad siento que te conozco de toda la vida. ¿Dónde estuviste antes? Ahora no hago más que extrañarte mientras estamos separados. Mi consuelo es que en algún momento te veré y me dejarás estar contigo… un día más.

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