miércoles, 27 de abril de 2011

El poder de la escritura


Irene Loza Adán
Nunca pensé que escribir me haría sentir mejor, creí que era algo aburrido, y cuando  hablaban de escritura, sentía como si se refirieran a las hojas de un libro viejo, empolvado y con telarañas, ¡no sabía el trabajo que cuesta empezar a crear unas cuantas líneas!, hasta que descubrí el arte de escribir: en un texto puedo dar vida a cosas que imagino, ir más allá de mis  vagos recuerdos, visiones, sensaciones, tristezas que salen de la mente o mi sentir, puedo decir que estoy afligida, alegre, decepcionada del amor y hablar del dolor que invade mi corazón.
     Es  difícil encontrar el título de un texto, es como hallar un título a tu vida, hasta que no llegas al  final nunca podrás lograrlo, pues en un escrito recaen todos esos rayos que alumbran el cielo poblado de nubes de nuestras mentes, que se funden en tonos grises y nos impiden ver la vida  color de rosa, sin embargo, al derramar esas gotas de agua dulce que caen sobre esta hoja de  papel, se puede crear una poesía, que cobre vida al ser leída. Tal vez sea la mejor  manera  de expresar lo que sientes, quizá no todos tienen oportunidad de decirlo de frente y vivir el miedo que te invade al hacerle saber a esa persona lo que deseas, tan sencillo como escribir unos renglones donde digas “te quiero”, “te amo” y “te necesito”, o esconder entre líneas lo que no has podido decir y te invade el alma; para algunas personas sólo son unas simples palabras marcadas con tinta en un papel, que no tienen significado, sino cuando se demuestran con acciones, pese a ello, estas hojas se encuentran llenas de letras que juegan a la par y  forman palabras que conmueven mis sentimientos y me  traen recuerdos, yo guardo esas viejas  cartas y las hojas de mi diario, entre estas hojas viejas se encontraba escrita esta pregunta: ¿A dónde  fue  mi  corazón?, duda que regresa a mí siempre antes de sonreír a la gente, y a la  hora de dormir, pues para dar una sonrisa, ésta debe ser sincera. Mi corazón no ha vuelto a palpitar desde que recibí esa gran desilusión de saber que me dejaba porque yo no sabía decir lo que siento; a pesar de que siempre intenté demostrar lo que quería y luché por ello, algo me detenía pues me entraba el miedo de que me trataran como una muñeca de porcelana, ¡tan  frágil!, y ahora que se fue, no  he vuelto a sentir mi  palpitar, no sé si regresará, y mucho menos si sonreiré una vez más, como mientras esperaba que cayera el atardecer o la noche para verlo, frustrada al transcurrir el tiempo cuando no lo siento, sin experimentar el calor de  nuevo, soy como un payaso con la sonrisa pintada, pero debajo de esa sonrisa viven mis sueños rotos, porque mi corazón se estaba preparando para volar aún más alto de lo que podía. Pero hubo una neblina que no me permitió ver hacia dónde se iba mi corazón… y se marchó, dejándome a la deriva.
     Todo esto puede guardarse en una simple hoja, colmada de palabras y frases que ayudan a transformar mis pensamientos y mi sentir, porque escribir es algo mágico, que me deja plasmar pensamientos, sentimientos, emociones y sueños que me persiguen, me sumen en la tristeza, y después, me devuelven la vida.
     Es posible tomar en la mano un lapicero que nos guíe en nuestras locuras; la libertad de escribir nos pertenece, basta reclamarla y dejarnos llevar, para descubrir el poder de la escritura.

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