sábado, 7 de mayo de 2011

Un ángel de amor


Yazmín Rodríguez Lira
No te conozco todavía y tampoco sé cuánto tiempo pase para que llegues a mí. Me da miedo esa gran responsabilidad de educar y guiar el crecimiento de un ser humano, pero deseo vivir esa experiencia. Quiero sentir la magia de tenerte dentro de mi cuerpo y el milagro de dar vida. Sólo el gran arquitecto del universo sabrá en qué momento debes entrar en mi mundo.      
     Mientras tanto, quiero que sepas que estoy luchando diariamente para ofrecerte estabilidad emocional y económica, seguridad y protección. Trataré de darte lo mejor, no importa el momento ni las circunstancias de tu llegada. Serás bienvenida porque te deseo. En las noches intento adivinar cómo será tu sonrisa, la cual iluminará mi vida por siempre y será el motor que me hará brindarte lo mejor de mí. Imagino la felicidad que me transmitirán tus besos y la dicha de un “te amo, mamá”. Quiero que sepas que yo, te amo mucho tiempo antes de que Dios decida que llegues a mí, para ser ese motivo que transforme mi existencia. Quiero tenerte entre mis brazos y estrecharte, escuchar el color de tu voz y entonar una canción de cuna para que duermas.
     Deseo enseñarte todo lo que mis padres me inculcaron y más todavía, las experiencias que me han ido formando a través de los años. Te mostraré cómo es el mundo e iré siempre a tu lado acompañando tus pasos sin interrumpir tu proceso de aprendizaje, porque deberás ser mejor a través de tus errores y tropiezos personales, y sufrir las consecuencias de una mala decisión, para que sepas distinguir lo bueno de lo malo. Sin embargo, en todo momento estaré ahí para levantarte y ofrecerte mis consejos. En mí encontrarás una amiga, una confidente, pero sobre todo, tu guía en la vida.
     Quiero que vivas con valentía pero compasivamente, que aprendas a ser tolerante, respetuosa y honesta, que sepas escuchar, para así formarte tus propias opiniones. Ten con­fianza en ti misma y la certeza de que no existen límites para lograr lo que deseas, si realmente luchas por ello con tu corazón y entregas lo mejor de ti. Nunca te permitas olvidar de dónde vienes, ni a tu familia, porque es el origen de tu esencia. Atesora a tus amigos pero elígelos muy bien. Recuerda que la fe mueve montañas. Te inculcaré mis creencias y sabrás que Dios nunca te deja sola. No podemos verlo pero está en la conciencia de cada uno y nos señala siempre cuando hacemos mal. Te enseñaré a orar y a comunicarte con Él a través de tu corazón.
     Deseo que seas mejor que yo y pondré todo mi esfuerzo para lograrlo. Serás mi continuación y la  realización de mis más sagrados sueños. Tus triunfos serán mis satisfacciones presentidas, pero no voy a exigirte que seas como yo quiero ni pretendo encerrarte en ese molde donde aún hay imperfecciones. Intentaré comprenderte tanto como a tu época, tu medio y tus semejantes, como algún día lo hizo mi padre conmigo. Nunca pierdas tu capacidad de asombro ni tu inocencia y no olvides disfrutar hasta el más breve instante, porque al fin de cuentas de ellos está hilvanada la vida. Aún no te conozco pero desde hoy, TE AMO.

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